El deseo de mirar la intimidad de otros, como el deseo de esos
otros por hacerla publica, es el origen de esta serie de dibujos, donde Navarro
asume la posición del Voyeur, estableciendo por un lado, una mirada
omnipresente que registra el acto sexual y decide que plasmar en su obra y por
otro, como interprete de una imagen compartida al convertirla en dibujo.
En la creación de esta serie, el artista toma decisiones estéticas
como el uso del alto contraste y el fondo rojo, emulando lo prohibido, lo
grotesco, lo sado y lo gore, asimismo, se nutre del acervo del cine para
adultos, apropiándose de encuadres, planos e iluminaciones propias de este tipo
de narrativa audiovisual, que sumado a una intención de resaltar ciertas partes
del dibujo, señala puntos de tensión y foco, los cuales recaen sobre objetos,
vestuarios o cuerpos para así extraer la esencia del acto sexual en un solo
fotograma.
Los contenidos eróticos y una estética minimalista, han sido
recurrentes en la obra del artista, sin
embargo, con el paso del tiempo, se
evidencia una depuración en su lenguaje que le permite ser contundente
en su propuesta plástica, poniendo en manifiesto una sexualidad no convencional
dentro de los parámetros fijados por una sociedad conservadora, planteando el
lugar del arte como un escenario transgresor que permite reconocer una parte
vedada pero mas común de lo que se cree.