6.16.2014

Culebrones

Los problemas no faltan. El diente se cae, no alcanza la plata, llueve todo el tiempo, toca hacer esto, queda muy lejos, hay pico y placa, el niño está enfermo, el trancón más horrible, se atrasó el vuelo, ya no alcanzamos, falta inspiración, no llegó la obra, mucha bulla, dolor de cabeza, se cayó el muro, se inundó la calle, el perro se orina, se come la caca, se murió la abuela, los pillaron juntos, se está en el lugar equivocado, el alzheimer rampante, no leyó bien, se armó la gorda, los vecinos no colaboran, la peinilla no pasa, el colon se irrita, se quedan las gafas,  nunca hay sencillo, hay que acabar el texto, no hay tiempo para hacer las cosas como uno quiere. Hay problemas domésticos, sicológicos, filosóficos, fisiológicos, económicos, amorosos, sociales y de orden público. Todo el mundo tiene problemas. Hasta las ostras, que no se meten con nadie, tienen el problema de que se aburren, y de que se las comen. Algunos tienen solución, otros no. “Si tu mal tiene remedio, por qué te afliges? Y, si tu mal no tiene remedio, ¿por qué te afliges?” reza el adagio popular. Una perla literaria de la superación personal, para seguir con la metáfora del ostracismo. (Las perlas, incidentalmente, son granos de arena que se meten dentro de la concha de las ostras. Un problema pequeño pero muy irritante, se imagina uno, que la ociosa y coqueta ostra convierte en joya a punta de cubrirlo lentamente con capas y capas de nácar.)

Claro, las cosas siempre podrían estar peor, y los problemas hay que verlos como grandes oportunidades para el cambio, y la felicidad no es la ausencia de problemas, sino la posibilidad de salir adelante con ellos. Pero no hay peor instrucción en momentos de crisis, que la de que no hay que lamentarse, sino calmarse. No se aflige uno intencionalmente, como para que encima le digan que eso no conduce a nada.

¿Qué queremos? Queremos más tiempo, más espacio, más libertad, más viajes, más fidelidad, más amor, más placer, más alucinación, más salud, más paisaje, más piscina, más reconocimiento, más ideas, más dibujos. Queremos rock. Y más sexo. 

Los problemas son como piedras, los deseos son como humo (o, bueno, como pececitos en un acuario). Es decir, aunque podría uno aprender a caminar sobre ellos, los primeros constituyen una realidad que puede ser pesada, lacerante, aplastante y permanente, mientras que los deseos tienen la intangible ilusión y la belleza de un soplo. Ahora bien, así como un problema puede convertirse, a fuerza de no tenérsele solución al alcance, en el intenso deseo de que se resuelva por sí solo, así mismo un deseo muy grande e irrealizable, como una traga maluca no correspondida, puede convertirse con el tiempo en un problema grave. Y como es bien sabido, un problema trae otros problemas. Pero eso es harina de otro costal. Mientras se solucionan los unos o se cumplen los otros, por lo menos se les dibujan. Todo un gesto de amor.

Juan Mejía 2011


Culebrones. Pag 34. Impresión digital. 17 X 12 cm. 67 Ejemplares.


Amuletos. Lápices de colores sobre papel. 30 X 21 cm c/u


Sintomas. Lápices de colores sobre pared. 140 x 90 cm


Fotos: Oscar Monsalve

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