10.31.2014

Feo

Es innegable que aunque tengamos una imagen de la infancia como un periodo de inocencia y sana jovialidad, algo de esa ingenuidad aparentemente inofensiva se convierte por momentos en una fascinaciòn por lo abyecto, lo asqueroso e incluso lo malvado. Coleccionar insectos, alardear cicatrices, matar pàjaros con pistolas de diablos o la cuidadosa ejecuciòn de una broma pesada son pasatiempos que funcionan como puentes entre una supuesta pureza del ser y una fascinaciòn reciente por lo torcido, por la posibilidad de un camino alternativo a las doctrinas parentales que apenas se empieza a descubrir.

Muchos proyectos de Iván Navarro comparten esos impulsos de curiosidad infantil con cierta sonrisa como telón de fondo, una sonrisa que no viene solamente del placer travieso, sino también se siente entre divertida y nerviosa por acercarse a mirar dentro de aquello que es extraño y peligroso, tal vez una sonrisa burlesca que sirve para poder hacer frente a lo que nos confronta tanto que nos hace sentir ignorantes, torpes y frágiles: sonreír para no llorar de miedo. 

Este proyecto en especifico le apuesta a permitirse malicia y fealdad, pues hay que ser verdaderamente entregado a regodearse en la mala leche propia para realizar una colección tan extensa de las personas feas que uno se va encontrando en la vida. Apuntando con el dedo la tortuosa ausencia de atractivo ajeno, y luego a punta de lápiz dibujando cada arruga, verruga, nariz torcida, ojos bizcos, jorobas, orejas y narices desproporcionadas, el autor utiliza el recuerdo de personas anónimas que se cruza cotidianamente para llevar un atlas cuyo objeto cartografiado es básicamente la repulsión hacia el otro.
La fealdad de esta colección no es homogénea, pues algunos de estos personajes aparentemente poseen defectos faciales congénitos, otros parecieran estar desfigurados por algún accidente del pasado, un tercer grupo debió ser simplemente poco agraciado por la genética.

Sin embargo, aunque la premisa de archivar gente que nos parezca fea en un libro se nos haga política y moralmente incorrecta, también puede ser de alguna manera humilde, pues no solo es un ejercicio de clasificación sino de recordación, casi que de homenaje. Cada uno de los dibujos está hecho con esmero en los detalles, en la particularidad de cada feo y cada fea que los hacen irrepetibles, como copos de nieve. El error, la asimetría, la desproporción y la rareza son finalmente características no solamente de la fealdad sino también de la individualidad, y si uno no es ajeno a la historia del pensamiento, sabrá que a través de los siglos grandes personas solamente han podido encontrar la belleza en aquello que consideran irrepetible. No caiga usted en la trampa de asumir tan rápidamente que este es un libro bully, nada nos dice que el autor no sea feo también, o que de pronto la gente fea le caiga bien, o hasta le guste.


Es innegable que la idea detrás de estos dibujos es particular y sospechosa, dura de digerir, una colección es extraña difícil de situar entre la curiosidad inocente y la malparidez, aunque todo indica que tiene mucho de ambas al tiempo. Este es un libro tan raro que una de sus principales victorias es lograr ser de alguna manera un enigma: ¿Para qué se hizo? ¿Qué significa el hecho que este libro me guste o me disguste? ¿Qué tanto de estos personajes hay en quien los dibuja? ¿Qué tanto de ese dedo señalador del artista hay en mí? 

William Contreras Alfonso 2014


Feo. Pag 152. Impresión Digital. Ed, La Silueta. 144 Ejemplares.

1 comentario:

  1. Iván, quiero conocerte, aunque ya nos conocemos. efsalazarc@gmail.com

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